Av. Barón de Cárcer, 4-14
Por Steve:
Una mañana que salía de clases para convertirme en un Web Master profesional (lo sé, suena a super héroe) y tras pagar 1'65 por una pseudonapolitana de jamón y queso cerca de la biblioteca, Tim me llevó hasta el mercado central para entrar en un bar que conocía para que, de este modo, soportáramos mejor la espera de Spectrum, que se encontraba de camino.
Lo más llamativo al llegar es ver que el local desde fuera no tiene pared alguna, es todo una cristalera, de forma que los clientes quedan mostrados al público cual chorizos en un escaparate, como diciendo "mirad qué agusto están ellos aquí dentro mientras vosotros, sedientos y cansados, os dejáis llevar por la ajetreada y estresante vida de la gran ciudad.
"Entramos, pedimos nuestro tercio (1'50) y recogemos nuestro platito de aceitunas, al que toda persona tiene derecho de acceder tras comprar una birra en este gran país. Nos sentamos pegados al cristal, para ser los primeros chorizos que vea la gente al pasar. Y de pronto el mundo se realentiza. Cada persona ahí fuera tenía más prisa y cara de preocupación que la anterior, los obreros luchaban contra el viento para levantar el mundo ladrillo a ladrillo, las señoras que salían del mercado no podían marujear porque llegaban tarde para hacer la comida. Y nosotros ahí dentro, metidos en nuestra burbuja, completamente inmunes a cualquier cosa que ocurriera fuera. Aún tuvo tiempo Spectrum de llegar para contemplar junto a nosotros qué bonito es el mundo visto así.
Del resto poco más puedo decir. No recuerdo a los camareros, ni a la clientela y el bar tenía pinta de llevar ahí plantado más de medio siglo, como cualquier humilde bar del casco antiguo. De todas formas, a partir de ahora tendré este lugar como una especie de oasis de tranquilidad metido en el centro de Valencia.
Opinion de Tim:
Increíble lugar para ir de resaca a tomarte un café que luego se transforma en cerveza. No se puede explicar, hay que vivirlo.
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