UN SEGUIMIENTO DE LOS BARES A TRAVÉS DE LA COMUNIDAD VALENCIANA Y EL RESTO MUNDO




lunes, 24 de octubre de 2011

Café de las Cuatro Esquinas

Por Steve:

La siguiente etapa de nuestro viaje sería Cádiz. Pero como teníamos todo el día para llegar, pensamos en pasar por Tarifa, lugar que tanto nos recomendaban, y pegarnos un bañito.


Empezaré diciendo que si encuentro modo de poder pagar unas vacaciones de 2 semanas el verano que viene tendré a Tarifa muy en cuenta. Aquello era como Miami en las series americanas, solo que nadie hablaba castellano. No he visto tanto mochilero junto en mi vida. La media de edad de la gente que te cruzabas por la calle rondaba los 25 años. Una fiesta, vamos.

Sabíamos que haría viento, que Tarifa tiene esa fama, pero lo que nos encontramos sobrepasaba mis espectativas. Quina ventolà, tu. Yo andaba convencido de darme ese baño pero al salir a la playa abierta, esta se nos vino encima. Los granos de arena se te clavaban en la piel y hacían imposible que te acercaras al agua. Yo estuve 3 días quitandome la arena de encima.
Total que compré una postal que mandarle a Roman, nos adentramos entre las estrechas calles del pueblo y cambiamos el baño por una cerveza. Y allí me puse a escribirle a Roman las aventuras y desventuras que andaba viviendo. Cerca de nosotros teníamos gente tocando por dinero. Cantaban una versión de I'm gonna be (500 miles) que hablaba sobre paellas. No estaba mal la versión pero me quedo con la nuestra, llamada I'm gonna drink (500 beers). Todo un himno birracentrista.

Poco más que contar. Recuerdo que comimos como el culo. Sacamos el pan bimbo y el paté que nos quedaba y nos lo zampamos malamente, en la calle, agazapados en un rincón, refugiándonos del viento y con ganas de salir para llegar a Cádiz. Desde allí, la próxima entrada.

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