UN SEGUIMIENTO DE LOS BARES A TRAVÉS DE LA COMUNIDAD VALENCIANA Y EL RESTO MUNDO




martes, 7 de diciembre de 2010

Bar Plenamar

Calle de Bailén, 18
Por Steve:

El viernes íbamos camino a Valencia en lo que parecía que iba a ser una alegre tarde de quintos. Habíamos quedado Lilo, Tim, yo y otras dos personas (que todavía no tienen un seudónimo en este blog) en la estación de metro de Paterna. Vimos que perdíamos el metro y nos tocó correr y entrar sin ticar el bono. No teníamos otra opción, por aquello de que en Valencia el metro pasa cada 15-25 minutos y no nos podíamos permitir esperar al siguiente. No hay maldad ni ventaja alguna en esto, ya que al llegar a nuestro destino, debemos ticar de todas formas para poder salir de la estación. Pero al arribar a nuestra parada nos encontramos con las compuertas de salida bloqueadas por 3 malvados individuos uniformados con los ropajes propios del imperio MetroValencia.

Esto ya lo he vivido -pensé- al no haber ticado, me cobrarán el doble de lo que me costaría normalmente un viaje. Y como, aunque vivo a unos 5 km del centro de Valencia, el billete sencillo me sale a 1'90, estos malhechores me harán pagar casi 4 eurazos. Bien, pues no fue así. Cuando estos seres vieron la oportunidad de poder cenar gratis a nuestra costa, soltaron una perversa risotada cuyo eco posiblemente siga anclado en los más oscuros rincones de la fría estación de Facultats, al tiempo que se agrandaban sus pérfidas sobras tras ellos, alimentadas por la codicia y ruindad que por dentro los carcome.
El caso es que tuvimos que apoquinar 10€ por cabeza, un total de 40 que se llevaron en 2 minutos. Esto no nos aguó una tarde de birras en la cafetería Montecristo, tan solo limitó nuestro consumo hasta el punto de que las mozuelas que nos acompañaban tuvieron que regresar a casa por falta de efectivo. Nuestros bolsillos no estaban más llenos que los suyos, pero nuestro compromiso con el Sr.Vela por su cumpleaños y nuestro afán de aventuras nos hizo quedarnos, aun sabiendo que tras nuestro paso por el bar de quintos juntábamos 14€ para el resto de la noche.

Nuestra prioridad absoluta era poder cenar los 3 que quedábamos con sendas birras al lado. Nos pusimos a rascar en nuestra mente tratando de recordar cuál era el lugar más barato de nuestra vida. Desechados ya el bingo y los kebabs que encontrábamos por unas u otras razones, nos vino a la cabeza el lugar en el que Roman se cenó un cuarto de pollo con patatas por 4€ y hasta allí fuimos.
El bar restaurante Plenamar es un local comandado por una pareja de sonrientes chinos. Suponemos que tiempo atrás lo llevaban valencianos pero es un tiempo que ya nadie recuerda, de hecho, aparte de nosotros, ningún español ha pasado más allá de la máquina de tabaco en años. En lugar de tomar 3 cuartos de pollo con patatas y arriesgarnos a no poder tomar cerveza, nos decantamos por bocatas de tortilla de patata a 2€ cada uno. Cierto es que no era como la tortilla que nos preparan las madres en casa, al menos estaba a años luz de la que prepara la mía, pero no estábamos para hacerle ascos a nada. Después de todo, nos sobraron 3€ que terminaron cayendo a lo largo de la noche.
El cómo volvimos a casa desde Valencia sin un duro en la cartera es un secreto que no pienso desvelar, pero sí concluiré la entrada de hoy haciendo algo tan inaudito como hablar bien de la ciudad de Madrid: Su trasporte público al lado del nuestro es sublime (aun con huelgas y todo). Madrileños, que no os vea quejaros, cabrones! Que no sabéis la suerte que tenéis.


Opinión de Tim: si no fuese por ese bar, hubiéramos tenido que pasar 3 horas perdidos en el frío de la noche, porque en los kebabs no hay sillas para sentarse.

En el bar Plenamar tienen una salsa picante hecha en casa que guardan en botes de mayonesa que está buenísima, pero pica mucho, y va muy bien con el pollo (en ese bar casi todos los platos que hay son con pollo, y hay un gallo gigante en la puerta). Si pedís cerveza, hacedlo en litronas puesto que las tienen.

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