UN SEGUIMIENTO DE LOS BARES A TRAVÉS DE LA COMUNIDAD VALENCIANA Y EL RESTO MUNDO




viernes, 5 de febrero de 2010

Bar el Camello


Aventura Cántabra - Día 3: Santander
Por Steve:
Habíamos estado deambulando por la playa del Camello, Santander, buscando algo que regalarle a Ali (si nos está leyendo, nuestra camarera favorita). Era la mañana en que Denzel Washington cumplía 75 años según la prensa cántabra. Salíamos de la arena cuando...pum! un bar frente a nosotros que bien podía ser un espejismo, éste consistía en una barra en la pared del otro lado del paseo. Ahí puesta en medio de la nada como el que no quiere la cosa.
Nos acercamos a pedir lo que todo el mudo cree que vamos a pedir cuando Tim nos sorprende diciéndole al señor camarero que le encantaría tomarse un caldo de pollo, opción respetable que le priva de escribir esta entrada. Yo sí sigo el protocolo y pido dos cervezas para Spectrum y para mí y un paquete de papas, pero a esto último hacen como que no lo han escuchado, ¿Razón? más adelante.
Antes de sentarnos en las 3 únicas sillas de la única mesa del bar compruebo en la lista de precios que la cerveza nos costará la asequible cantidad de 1'80 cada una.
Al traernos las cervezas y el caldo de pollo nos preguntan si queremos algo para picar y respondemos asintiendo frenéticamente con la cabeza y sonrisas de tonto. Nos trae el camarero seis rodajas de pan con ensaladilla por encima y nos explica orgulloso que lo de la ensaladilla no es atún sino bonito del norte, pescado en esos mismos mares. Debo decir que aquello estaba cojonudo, y bien lo sabía la fauna autóctona porque al momento nos vimos rodeados de buitres, buitres que tendrían la forma y tamaño de palomas y gorriones pero que en comportamiento eran como los que se ven en los documentales limpiando los restos que dejan los leones. Se acercaban sin miedo ni pudor alguno, con mirada desafiante, como diciendo 'hey! chico, si no me das algo de eso, iré yo a buscarlo'. De modo que les lanzábamos lo que nos caía en la mesa, más por presenciar su encarnizada lucha por un trozo de huevo que por tenerlos satisfechos. Seguro que Hitchcock también se tomó una cervecita allí.
En un momento dado Tim sintió la llamada de la naturaleza y se ausentó durante un tiempo excesivo, al cabo de un buen rato escuchamos reír a los abuelos que allí se hallaban (abuelos que a parte de hablar del fútbol y el tiempo, gustaban de tirar piedras a una moto aparcada delante ), y de entre esos abuelos aparece Tim, se sienta y nos dice: "tíos, que me no podía salir del baño" (más risas).
A la hora de pagar, sentimos un afilado picor en la espalda cuando nos dicen que debemos 12€ (2 cervezas, un caldo de pollo y 'algo pa picar'). Una de dos, o Tim estuvo tanto tiempo en el baño que le cobraron la estancia o nos comimos sobre aquella mesa al último bonito del norte que quedaba en el mar. Supongo que de ponernos un paquete de papas para acompañar las birras en lugar de 'unos pinchitos pa picar' la cuenta no hubiera llegado a 7€.
Concluyo diciendo que aun con hachazo y todo, será una lástima ver desaparecer esa barra de bar en medio de la nada por la llamada ley de costas. Algo me dice que la infinidad de campos de golf que tiene toda Cantabria al borde del mar van a seguir ahí por los siglos de los siglos.

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