UN SEGUIMIENTO DE LOS BARES A TRAVÉS DE LA COMUNIDAD VALENCIANA Y EL RESTO MUNDO




viernes, 24 de abril de 2009

Kebab Sanwal

Plaza Pintor Segrelles


Por Steve:


Normalmente te das cuenta de que has alcanzado la primavera cuando empiezas a oler las flores y te ves rodeado de insectos. En Valencia el olor a polen queda eclipsado por el de los churros y los buñuelos, y los insectos son sustituidos por niños que ponen petardos en mierdas y latas de coca-cola. Efectivamente, los valencianos no tenemos mejor forma de dar la bienvenida a la primavera que quemar logrados monumentos de cartón y madera. Son las fallas. Y hay un dicho que dice que en fallas no se hacen planes, uno sale a tomarse una cerveza y reza por amanecer en un lugar bonito. Es una de las razones por las que este blog quedó algo abandonado el pasado mes de Marzo. Se han visitado bares, se han bebido muchas cervezas, pero pocas historias se recuerdan alrededor de ellas. Esta entrada data del primer lugar visitado en una de esas caóticas noches falleras, aunque tiene bien poco de crítica y se queda más bien en una entrada anecdótica.

Quedé con Roman y Chris, que estaban cenando en Valencia, en una zona alejada de cualquier punto de interés. Pero ni allí te escapabas de la multitud que abunda normalmente en esas fechas, gente rosada, con cámara de fotos colgando del cuello y mirando a su alrededor con sus claros ojos como platos (como platos de grades, no de claros). Entré en el Kebab en el que se encontraban Roman y Chris, que mientras llegaba tuvieron tiempo de recrear a la Virgen de los Desamparados con papel albal. Y qué decir del kebab, era como todos, pero sin ese calor infernal tan característico y con unos camareros que te daban conversación si la requerías.
Entre cerveza y cerveza (1’50, si no recuerdo mal), nos percatamos de que en la mesa de al lado yacían moribundos cuatro turistas extranjeros. Estaban ahí tirados luchando por mantener la consciencia y al único que tuvo fuerzas para levantar la cabeza le invitamos a acompañarnos en nuestra noche. Eran de Colorado, por lo visto habían venido en plan viva la virgen sin hostal ni nada y llevaban 3 días sin dormir. Pero aun así, el chaval no rechazó nuestra oferta. Lo arrastramos por el centro de Valencia hasta llegar al Carmen, él nos seguía con una sonrisa imperturbable y nos decía lo mucho que le gustaba España. Hasta que, de pronto, nadie recuerda en que momento exacto de la noche, desapareció. Yo me lo imagino deambulando entre borrachos, confuso, cansado y solitario, perdido en una ciudad que no ha visto en su vida y no puedo evitar pensar ‘Qué cojones tiene’. Y esa es la aventurera historia de Cameron, el americano apadrinado, desde aquí deseamos que haya tenido un feliz regreso a casa (suponiendo que haya logrado volver).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Este comentario va dirijido a Tim.
En el pub Tema ponen música de todo tipo ahi buen ambiente y es el mejor sitio de Motilla del Palancar para salir de fiesta. Las cervezas a 2 Euros? no te lo crees ni tu, si vas a publicar algo por lo menos no mientas, y porque no seamos valencianos no significa que no sepamos poner música. Un consejito guapo, ese rollo de sobrao tampoco se lleva